Los sistemas agrícolas de ALC ( America Latina y el Caribe) desempeñan un papel
social clave: alimentar a una población mundial en rápido crecimiento y facilitar el desarrollo económico regional. ALC es una potencia agrícola. Es la mayor región de exportación neta de alimentos del mundo y produce casi una cuarta parte de toda la carne que se consume a nivel mundial. Solo Brasil es el cuarto mayor productor de alimentos en todo el mundo. El sector también ha contribuido al crecimiento y la
diversificación económica, la generación de empleo y la reducción de la pobreza en la región. Sin embargo, esta imagen positiva solo muestra una parte de la realidad. Aunque los sistemas agrícolas y alimentarios de ALC han logrado un notable éxito en el aumento de la producción y la productividad, también han impuesto
considerables cargas sociales y medioambientales que amenazan la viabilidad económica a largo plazo. Por ejemplo, las emisiones de GEI y la pérdida de
biodiversidad a causa de la agricultura están afectando a servicios ecosistémicos clave, como la polinización, la salud de la tierra y los patrones climáticos favorables, que son cruciales para el éxito del sector. El sistema alimentario es el mayor causante de daños medioambientales en todo el mundo. Traspasa
varios límites del planeta, desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad, contribuyendo con un tercio de las emisiones totales de GEI y
apoderándose de casi el 40% de la masa terrestre total para cultivar, pastorear ganado y producir alimento para animales. En ALC, la agricultura ocupa más de un
tercio de la superficie terrestre de la región, consume casi tres cuartas partes de sus recursos de agua dulce y es responsable del 46% de sus emisiones de GEI.
Mientras tanto, a pesar de los importantes excedentes de alimentos en la región, el 22.5% de la población no puede permitirse una dieta sana y más del 40% sigue
padeciendo inseguridad alimentaria.La región se caracteriza por una mezcla de
agricultura tradicional a pequeña escala y agricultura industrializada a gran escala. El modelo agrícola predominante es el monocultivo a gran escala orientado
a la exportación: avanzado, innovador y muy importante para la actividad económica, pero con un elevado costo para el medio ambiente y la salud pública. La creciente demanda (mundial) de unos pocos productos básicos, principalmente carne, está impulsando la expansión de la agricultura provocando una serie
de presiones medioambientales que van desde la degradación de la tierra y la deforestación hasta el cambio de los patrones climáticos y el colapso de la
biodiversidad. Además, ALC es la región del mundo con el promedio más alto de uso de pesticidas por hectárea de cultivo, lo que repercute directamente en la degradación de la tierra, la contaminación del agua y la pérdida de biodiversidad.
La pérdida y el desperdicio de alimentos también son problemáticos desde el punto de vista económico, medioambiental y social. Un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia. Del campo a la mesa, el sistema alimentario mundial es responsable de alrededor de un tercio de las emisiones anuales de GEI, el desperdicio de alimentos representando la
mitad de dichas emisiones. En ALC, los sectores primarios de base biológica, como los cultivos, la ganadería, la pesca, la acuicultura y la silvicultura, generan considerables residuos de biomasa. Por ejemplo, cada año se pierde o desperdicia la descomunal cifra de 550 millones de toneladas de alimentos aproximadamente, lo que equivale alrededor del al 30% de la producción total de la región. La pérdida y el desperdicio de alimentos se producen en distintos puntos de la cadena
de suministro. En promedio, dos quintas partes se producen durante las fases de producción, manipulación y almacenamiento y transformación y envasado, mientras que tres quintas partes tienen lugar en la fase de venta y consumo final.Los
cambios en la alimentación en las dos últimas décadas también han causado profundas consecuencias medioambientales y sociales. ALC sufre
simultáneamente tasas crecientes de inseguridad alimentaria y obesidad: mientras
que el 40% de la población padece inseguridad alimentaria, el 60% de los adultos tiene sobrepeso y el 20% es obeso. En particular, el consumo excesivo de productos de carne y alimentos ultra procesados y azucarados junto a dietas poco
saludables, especialmente en niños, ha aumentado rápidamente. También hay una falta de acceso a alimentos nutritivos: en 2020, una de cada cinco personas de la región carecía de medios económicos para mantener una dieta sana. Esta incapacidad para permitirse comidas nutritivas afecta en gran medida a las poblaciones de mayor riesgo, especialmente mujeres y niños.
INTERVENCIONES DE ECONOMÍA
CIRCULAR
Transformar el sistema alimentario es un elemento clave para que la región alcance sus objetivos climáticos y revierta la degradación ecológica. Un sistema alimentario circular y regenerativo optimiza el uso de los recursos, minimiza los residuos y
mejora la salud de la tierra y la biodiversidad. Asimismo, promueve dietas sostenibles, protege la salud humana y apoya los medios de vida de las
comunidades. Son necesarios cambios en todo el sistema alimentario, desde el campo hasta la mesa, para construir un sistema compatible con los límites
del planeta. Los diversos paisajes de ALC requieren prácticas agrícolas adaptadas a cada contexto que regeneren los ecosistemas, mejoren la biodiversidad y
reduzcan las emisiones y el uso de químicos. Para ello, este escenario propone tres intervenciones circulares: adoptar prácticas sostenibles de producción de
alimentos, reducir el desperdicio de alimentos, y promover dietas equilibradas. Estas acciones pueden reducir significativamente la huella medioambiental
de ALC, crear empleo y allanar el camino hacia un
futuro más sostenible.
1 Cambiar a una producción de alimentos más sostenible. La primera intervención se centra en la producción de alimentos. Exploramos el impacto del cambio hacia la producción de alimentos orgánicos, locales y de temporada mediante estrategias que reducirán los flujos al disminuir la necesidad de fertilizantes sintéticos y las distancias de transporte. Las prácticas de agricultura regenerativa y basadas
en la naturaleza, como la agrosilvicultura, la permacultura y la gestión integrada de la ganadería, pueden mejorar la salud de la tierra, la retención de carbono, la biodiversidad y la recirculación de nutrientes sin comprometer la productividad.
2 Reducir y valorizar la pérdida y el desperdicio de alimentos. Esta intervención contempla estrategias para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos evitable, tales como prevenir la producción innecesaria o excesiva de alimentos, reduciendo
así los flujos. Todas las pérdidas y residuos alimentarios inevitables deben ser recirculados. Las infraestructuras de compostaje y reciclaje de residuos orgánicos, como los digestores anaerobios y las biorrefinerías, pueden servir para desviar los
residuos alimentarios de los vertederos y convertirlos en un recurso valioso para la agricultura y diversas aplicaciones industriales. Estos biorresiduos pueden ser un recurso importante para crear nuevas cadenas de valor con múltiples usos
potenciales, desde la producción de biomateriales y bioenergía hasta la recuperación de proteínas y enzimas para productos farmacéuticos, en lugar de
ser un mero problema medioambiental.
3 Promover una dieta equilibrada. Esta intervención lateral aborda el vínculo entre
agricultura, nutrición y salud. Se centra en el consumo de alimentos: mantener la ingesta calórica dentro de los 2 700 al día y favorecer dietas nutritivas que cambien el equilibrio actual entre alimentos de origen vegetal y animal para
reducir y regenerar los flujos de materiales. Los cambios en la dieta también son clave para reducir sistemáticamente la cantidad de tierra destinada
a la agricultura y, en su lugar, destinar más tierras a la captura de carbono y la protección de la biodiversidad.
Por: Adriana Diaz
Fuente : The circular gap report.